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¿Qué Pasa si Repensamos el Suelo y su Rol Protagónico en la Restauración?



Lexie Gary Gropper, una de las restauradoras y aliadas al trabajo de Humans for Abundance, es entusiasta y apasionada por la restauración.


De ella hemos aprendido técnicas para proteger el suelo, pero sobre todo nos hemos contagiado de su pasión por conservar y comunicar.

Basta con ver un video en su canal de youtube para reconocer su pasión y entrega que se reflejan tanto en su voz como en su expresión.




“Devolvamos al suelo algo de tanto que nos provee”

Es una frase que resuena cada vez más cuando se habla de proteger y alimentar al suelo, pero si no lo entendemos como un ecosistema, es difícil dimensionar la potencia que esta frase lleva implícita, aunque a veces escondida.


El suelo es un cuerpo dinámico y complejo al que se le debe considerar como la piel viva de la Tierra. El suelo guarda historias únicas, similares a las de una montaña o un bosque, precisamente porque alberga una gran diversidad de organismos.



Aunque suele describirse como una estructura inerte sobre la que nos posamos para caminar, la realidad es que tenemos bajo nuestros pies una mezcla de elementos de los que dependemos para mantener la vida en la tierra tal y como la conocemos.


Elementos que están en sucesión constante porque son el resultado de la historia natural y las interacciones de los organismos que lo habitan. Sus características también dependen de las condiciones climáticas y cambia por la influencia de eventos, algunos naturales y otros quizás, no tanto.



Una Mirada Más Cercana al Suelo

La perfecta combinación de minerales hace que las plantas tengan los nutrientes necesarios para crecer, para alimentar a los animales que se nutren de ellas y que a su vez son alimento de otros animales.


Cada organismo cuando muere, regresa al suelo en forma de nutrientes que ayudan a mantener el ciclo de vida natural. Así, el suelo es una combinación misteriosa de lo inerte, lo vivo y lo muerto.



  • Rocas llenas de minerales que son parte de la primera capa de la Tierra y que se fragmentan en pedazos diminutos por acción del viento, del agua y de raíces de árboles y musgos que penetran en las rocas hasta romperlas en pedazos.




  • Miles de especies de insectos, hongos y bacterias que excavan la tierra para permitir la entrada de agua y aire, o que descomponen y fijan los nutrientes esenciales que luego son utilizados por las plantas para crecer.





  • Organismos que al morir entran en un proceso de descomposición como hojas (hojarasca), o animales que conforme se degradan alimentan al suelo para darle las características ideales que ayudan a mantenerlo vivo.




El 45% de los compuestos del suelo corresponden a lo inerte, un 50% se divide en partes iguales entre agua y tierra y solo el 5% es materia orgánica. Este último se conoce como humus y representa una mezcla heterogénea porque la velocidad a la que se descompone la materia no es uniforme.


A pesar de este mínimo porcentaje, los suelos son reservorios de biodiversidad enormes porque en ellos encontramos un tercio (al menos) de organismos de todo el mundo gracias a la gran diversidad existente de insectos, hongos y bacterias que a su vez son los encargados de la descomposición.


Y...¿Por qué es importante esto?

La materia orgánica es tan esencial que es la que define las propiedades del suelo. Cuando éste es saludable, incrementa la retención de agua y nutrientes que se transfieren a las plantas.


Ese suelo nutritivo previene la erosión, mejora la calidad de aguas subterráneas al actuar como filtros que remueven contaminantes y disminuye el impacto en los ecosistemas.


A su vez incrementa la producción y por ende la seguridad alimentaria.



Por otro lado, el suelo es uno de los principales reservorios de carbono del mundo. Contienen cerca del 75% de las reservas de este elemento en ecosistemas terrestres y gran parte es depositada durante la descomposición de organismos vivos, pues estamos compuestos principalmente de carbono.


Los suelos son capaces de retener este elemento por miles de años, pero la deforestación, el cambio de uso de tierra y en general su degradación, hace que se libere directamente a la atmósfera en forma de dióxido de carbono.


Este hecho contribuye con el aumento de las temperaturas globales y demuestra que los suelos juegan un papel fundamental en el balance del clima.


La degradación del suelo, además hace que pierda su estructura, su contenido de nutrientes y su productividad.


El uso excesivo de elementos químicos durante las actividades agrícolas intensivas no solo matan al suelo sino que lo contaminan, y esas sustancias tóxicas, casi siempre utilizadas en monocultivos, se transfieren a los productos que luego se convierten en alimento para los seres humanos.


La buena noticia, es que existen formas de recuperar la salud del suelo y mantenerla a largo plazo a través de prácticas sostenibles como la agroecología y la permacultura.



¿Cómo Podemos Restaurar el Suelo?

Recuperar el suelo significa promover la proliferación de organismos buenos que lo alimentan con los nutrientes necesarios para volverlo fértil. El resultado se traduce en una mejor permeabilidad y areación del suelo que incluso da más espacio para el crecimiento de las raíces de toda la vegetación circundante.


Gracias a los estudios que se han hecho sobre el suelo en tierras Amazónicas donde hubo asentamientos indígenas, hoy se sabe que una de las mejores maneras de alimentar el suelo es mediante el uso de biocarbón. Se puede obtener a partir del carbón -una estructura muy porosa con la capacidad de almacenar agua y nutrientes-, combinado con cualquier agregado nutricional como el compost o humus (restos orgánicos descompuestos).



Lexie Gary Gropper de Amisacho restauración es experta en restauración del suelo. Ella nos cuenta, que


“imitar a la terra preta de los asentamientos ancestrales es como un homenaje al trabajo de comunidades de la Amazonía que habitaron antes de la época de la conquista.


Ellos tenían una relación recíproca con la tierra porque aprovechaban los nutrientes que provee el suelo, pero a cambio, lo alimentaban de regreso con desechos orgánicos.


A eso hoy llamamos biocarbón y es una manera de dar fertilidad a los suelos arcillosos, bajos en nutrientes de la Amazonía."


ES COMO DEVOLVER AL SUELO ALGO DE TANTO QUE NOS PROVEE.

Lexie añade que “la agricultura y la ecología están relacionadas y es apasionante pensar en todo lo que se puede aprende cada día”.


Muchas comunidades Amazónicas entienden de sobra esta relación y tienen prácticas sostenibles sin haber seguido cursos al respecto.


Es decir, sus conocimientos se generan gracias a su conexión con la naturaleza que facilita la experimentación y les permite entender cada proceso natural de los bosques. “Es un intercambio permanente de saberes y sabores”


En la comunidad de Mushullakta, su proyecto de bosques comestibles y el de regeneración de bosque natural va teniendo éxito, por una parte gracias al compromiso de restauradores y co-restauradores por conservar las tierras con vegetación natural y productos nativos. Por otra porque el suelo en sus tierras no ha sido totalmente degradado y todavía pueden aprovecharlo.

Chochi Iturralde, la CEO de Humans for Abundance dice que “en las comunidades han empezado a hacer experimentos con biocarbón y han sido testigos de la diferencia de crecimiento de una planta solo con abono y otra con carbón añadido.


Ahora el proyecto es elaborar un horno permanente para facilitar el proceso de la quema de materia orgánica y poder generar biocarbón en mayor cantidad”


Durante el proceso de experimentación, llevaron a cabo el proceso en dos fases:


1. Elaboración del Carbón


Consiste en primera instancia en recolectar ramas, troncos caídos, hojas verdes, huesos de animales muertos, etc. Todo lo que esté al alcance sin que eso implique talar árboles en buen estado.


Luego, queman el material recolectado dentro de un hueco hecho en la tierra. La idea es tapar el hueco mientras ocurre la quema por dos razones importantes.


La primera es evitar que entre oxígeno y que la materia orgánica se vuelva ceniza; la segunda, es para evitar las emisiones de CO2 hacia la atmósfera.


2. Nutrir el carbón para que se convierta en biocarbón


El carbón por sí solo no tiene nutrientes, pero sí la capacidad de atraerlos; por eso, es importante mezclarlo con materia orgánica. En la comunidad, han empezado a hacer “biol” y “compost” que resulta de la digestión anaeróbica y aeróbica (respectivamente) de cualquier resto vegetal y animal.



Durante dos semanas, lejos de la luz del sol y la lluvia, dejan reposar el carbón mezclado con la materia orgánica para que absorba como un imán todos los nutrientes y entonces está listo para ser incorporado al suelo y que haga su magia.


Beneficios del Biocarbón

Los beneficios del biocarbón son muchos, pero tiene cuatro características esenciales que no podemos pasar por alto.

  • Gracias a su capacidad de absorber nutrientes permite la proliferación de organismos buenos y el suelo se convierte en una fuente constante de producción de humus.

  • Es capaz de retener el carbono y así, reduce las emisiones de dióxido de carbono hacia la atmósfera.

  • Permite mayor flujo de oxígeno en el suelo, lo que da más espacio a las raíces de los árboles para que crezcan tanto vertical como horizontalmente.

  • Puede absorber gran cantidad de agua. Gracias a que conserva la humedad, protege los suelos y amortigua los impactos de largos períodos de sequía.

En la Amazonía, a pesar de ser una de las regiones de mayor diversidad del mundo, los suelos tienen pocos nutrientes. Esto se debe a su característica de ser arcillosos, es decir, que el material mineral es muy compacto e impide que el agua de lluvia penetre para humedecer el suelo y fijar los nutrientes.


El biocarbón, se convierte entonces en un componente esencial para incrementar la fertilidad de los suelos y llama la atención saber que en la Amazonía existen las denominadas tierras negras o tierras petras, que tienen una capa de suelo fértil mucho más profunda comparada con la de los suelos arcillosos originales. No es coincidencia que estas tierras se encuentren cerca de donde hay, o de donde hubo asentamientos humanos. Aparentemente, las comunidades indígenas, incluso las ancestrales, que habitaron los bosques tropicales desde hace más de 2500 años, ya entendieron que había que aliementar el suelo para volverlo productivo.



La próxima vez que entres en un bosque, no olvides mirar hacia abajo porque toda la vida y colores dentro de él es el resultado del nivel de salud del suelo. Esta sustancia que sostiene la vida, es además una fuente de comunicación entre árboles y plantas por vía subterránea. Nuestra conexión con el suelo es vital para aprender a cuidarlo y recuperarlo de tal manera que también recuperemos la biodiversidad y la seguridad alimentaria





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