Nuestra Historia: “Humanos por la Abundancia” empezó con el sueño de curar la relación de la humanidad con su ambiente. Mientras visitaba un rincón ecuatoriano de la Amazonía, Chochi, nuestra directora, se sintió cautivada por las vidas de los seres vivientes que convierten a su país en uno de los focos más diversos biológica y culturalmente del mundo.
Al mismo tiempo, se dio cuenta de una realidad oculta y oscura: los hogares de las comunidades Indígenas -- y los ecosistemas más vitales del Ecuador -- siguen siendo devastados por industrias petroleras cuya creación de dependencia global al petróleo hacen que sus operaciones sean poderosamente eternas.
Ahora, visitantes pueden observar mecheros de gas emitiendo metano en lugar de guayacanes y copales nativos. Donde alguna vez había flora y fauna abundante, ahora se observa terreno baldío.
Cuando Chochi se enteró de que su pariente tuvo un rol para absolver a dichas industrias de su responsabilidad financiera hacia las comunidades indígenas amazónicas, su sueño se convirtió rápidamente en una obligación personal.
Chochi y sus hermanos quisieron confrontar esta injusticia. Cuando aprendieron sobre el alcance del daño ambiental y cultural en la Amazonía, se dieron cuenta de que cambiar las condiciones de injusticia en las comunidades afectadas no es tan simple como sembrar árboles nativos o remover charcos de petróleo.
De hecho, la injusticia ambiental en la Amazonía ecuatoriana es más grande que la extracción de petróleo; también se manifiesta en la monocultura industrial y la explotación de metales preciosos, las cuales ocurren por el trabajo depreciado de personas indígenas y terrenos nativos.
Además, el abuso ambiental realmente ocurre más allá de las comunidades Amazónicas inmediatamente afectadas porque la deforestación quita los sumideros de carbono más importantes del mundo.
Este conocimiento aclaró que problemas tan graves requieren movimientos masivos de cambio. Humanos por la Abundancia fue fundada con la visión de liderar el movimiento de humanos más grande e impresionante con el propósito de restaurar y conservar los ecosistemas del planeta tierra.
Nuestro Proceso: Reconocemos que sentimientos de desesperación por el destino de nuestro planeta se sienten en todo el mundo. También reconocemos que personas indígenas han protegido fielmente los espacios más biodiversos del mundo por siglos.
La tensión entre estas verdades nos impulsa a preguntarnos: ¿cómo conectamos aquellos que sueñan con un mundo más sano con aquellos que tienen el conocimiento y las herramientas para crear ese mundo?
Empezamos por construir relaciones con personas indígenas en la Amazonía ecuatoriana. Al entrar en sus comunidades, honramos profundamente sus historias culturales y estilos de vida para así poder apoyarles en su reconección con los pensamientos de sus ancestros.
Nuestros convenios han dilucidado cómo estilos de vida occidentales han dejado a comunidades indígenas con bajos recursos, lo cual ha impulsado a la gente a deforestar sus terrenos para ganar ingresos.
Para cambiar estas condiciones, Humanos por la Abundancia ofrece alternativas para generar ganancias.
Nuestro Modelo: Humanos por la Abundancia funciona como una plataforma a través de la cual co-restauradores del Norte Global pueden pagar a restauradores del Sur Global por los ecoservicios que ofrecen.
Al identificar individuos y familias que se sienten motivados por restaurar ecosistemas vitales en sus terrenos, creamos convenios con personas de cualquier parte del mundo que tienen la habilidad de pagar por sus servicios y labor.
Dado que el pago por ecoservicios es el enfoque de nuestra teoría de cambio, operamos como una empresa social que tiene la meta de convertirse en una Corporación B.
Aunque conseguimos generar ganancias para proveer ingresos para nuestros restauradores y costos de operaciones, nuestra meta final no es acumular riqueza.
En su lugar, aspiramos a invertir en nuestro movimiento con la intención de restaurar ecosistemas en una escala global.
Humanos por la Abundancia no es una organización que se basa en donaciones porque este modelo no valora las culturas y la labor de la gente trabajando dentro de nuestro movimiento.
Nuestros restauradores no son casos de caridad; merecen tener acceso a sueldos justos ya que poseen el futuro de nuestro planeta en sus manos. Aquellos que pagan por sus servicios deben devolver y redistribuir los recursos a los que los protectores ambientales les han dado acceso.